Los Cuentos Chinos
El cuento chino se ha convertido casi en una tradición en México.
Dominado especialmente por los mitómanos, podemos decir que ya es una técnica que sirve de pretexto para evadir responsabilidades; para no asistir a algún compromiso o para justificar el no haber asistido; para no cumplir con nuestras obligaciones; también para lograr ventajas u obtener beneficios o simplemente para tomar el pelo. El cuento chino se improvisa momentáneamente con embustes exagerados y sirve también para urdir engaños, abusos, fraudes, seducciones, etc., etc. Se caracteriza entre otras cosas, porque no convence plenamente sino que siempre despierta dudas, pero al mismo tiempo no deja lugar para reclamar, reprochar o desenmascarar al embustero, que tiene la habilidad de prevenirse para que esto no suceda.
En vía de comprobar los orígenes del cuento chino, me trasladé al vasto país asiático recorriendo las ciudades principales en las que, valiéndome desde luego de traductores, consulté las fuentes históricas y literarias de ese gran pueblo, suma de cultura y sabiduría, pero los cuentos sutiles y poéticos, plenos de inigualables fantasías, que forman parte del tesoro literario de esa nación, a nadie pretenden engañar sino entretener y divertir, y jamás hubieran dado origen al degradado, inconsistente y a veces indignante “cuento chino”.
Las enciclopedias que he tenido a la mano, tampoco me dieron luz sobre los orígenes del “cuento chino”, pero por las investigaciones realizadas en el continente americano, encontré algunas frases o modismos que pueden tener relación con el “cuento chino”, tales como: “me engañaron como a un chino”, “hacerle al cuento”, “venirle a uno con cuentos”, “vivir del cuento”, “dejarse de cuentos”. En cambio, nunca pude vincularlo con los cuentos de Andersen, Hoffman, Lafontaine, los hermanos Grimm, Perrault o los anónimos de Las Mil y Una Noches y el único clásico del cuento que pudo servir para inspirar el “cuento chino” pudo ser Carlo Collodi con su mentiroso muñeco de madera, cuya nariz se ha convertido en todo un emblema del embuste.
Para aquellos que desconocen este idioma de mitos y falsedades, trataré de ilustrar algunos ejemplos:
“No lo va usted a creer, ayer perdí el día esperando que viniera a cobrar, ya no pude hacer las cosas importantes que tenía en mi agenda.
¿Dice usted que el día de pago del documento es hasta hoy? ¡Qué memoria la mía! ¡Creí que ayer era el día de hoy! Lo lamentable es que al ver que no venía usted, llevé de nueva cuenta el dinero al banco y lo deposité a plazo de veintiocho días por lo que no me es posible retirarlo en este momento para pagarle.”
”Yo soy el primero en lamentarlo señor mío, voy a tener que cubrirle un interés mayor por la cantidad que adeudo. No obstante, los artículos que adquirí no los he desempacado aún y si llegara a haber alguna duda sobre mi solvencia económica, estaría dispuesto a regresárselos. ¿Que no hay problema?, bien, eso deseaba escuchar. Si me disculpa, tengo cosas importantes que hacer, pero le garantizo una gran compra para equipar la residencia que acabo de construir en la lujosa colonia de El Pedregal y me encargaré de que le abonen a usted la comisión del vendedor.”
Convencido a medias el cobrador, abogado del Departamento Jurídico de la empresa, se retiró pensando en la remota posibilidad de obtener una futura comisión.
Huelga decir que este “vivales” no tenía nexos con institución bancaria alguna. No le dio la gana de pagar o no tenía con que hacerlo, mucho menos tenía casa en el Pedregal o cosas importantes que hacer. Lo que sí sabía a ciencia cierta, era en qué día debía pagar; y así, de la supuesta confusión de fechas, nació el cuento asiático. Lo más probable es que haya volado con todo y mercancía, sin pagar.
A propósito del plagio de un ex gobernador ---que se destacó como nefasto en la historia del sufrido pueblo del Estado de Guerrero en la República Mexicana--- por parte de un grupo levantado en armas, una vez que fue convenido el monto del rescate y se llevó a cabo su liberación, fue entrevistado por todos los medios de comunicación habidos y por haber, y al parecer, inducido para la obtención de beneficios políticos de sus padrinos y, además, con la intención de minimizar la importancia del movimiento guerrillero, relató más o menos lo siguiente:
“Siempre dije a mis plagiadores que no les temía y que primero ofrendaría mi vida antes de aceptar que se me liberara mediante un rescate. Cuando en una ocasión me trasladaban no sé hacia donde por la abrupta sierra, alcancé a distinguir a lo lejos una partida militar y grité con todos mis pulmones:
¡Viva Echeverría! (presidente de México en aquel entonces) y en ese preciso momento se inició el tiroteo entre el bando guerrillero y el militar. Yo sólo pensaba en mi presidente y sin importarme perder la vida escapé de mis captores en medio de las balas hasta lograr reunirme con los soldados”
Seguramente habrá muchos que se acuerden de las expresiones en los rostros de los entrevistadores – que tienen prohibido reírse – pero los televidentes nos dimos gusto con este breve pero lleno de vehemencia “cuento chino”.
Posteriormente al ser liberado, se conoció el monto del rescate y los verdaderos detalles del intercambio, manifestándose así otra característica del “cuento chino”: que puede hacer parecer ridículo al protagonista.
Como resultado también de las profundas investigaciones acerca de esta figura del idioma, que generalmente es verbal y efímera, en mi país pudieron localizarse algunos ejemplares de “cuentos chinos” en letra impresa y fue en los libros de texto de “historia” editados por el gobierno y programados para la enseñanza primaria y secundaria.
En la última convención de especialistas en la creación de “cuentos chinos”, donde pudimos conocer a los más funestos miembros de la sociedad mundial, y cuya sede fue Taipei, Formosa (o Tailandia) por la negativa de la República Popular China a aceptarlos en su territorio, se llevó a cabo la calificación por categorías de los especialistas en el diseño, creación, improvisación, etc., etc. de este género de embustes. La clasificación abarcó una gran diversidad de mentirosos: hubo chuscos, intrigantes, fraudulentos, dramáticos, etc., etc. pero los tres primeros lugares que obtuvieron las enormes narices de oro, plata y bronce, fueron, respectivamente: 1º.- Los Políticos, 2º.- Los Infieles y 3º.-Los Merolicos.